Érase una vez, una perrita que al
parecer no tenía dueño, porque cada vez que se la encontraban estaba
solita.
La niña victoria, desde el primer
momento que la vio se enamoró y le decía al papá que quería esa perrita.
El papá siempre le diecia “No” pero
nunca le decía porque, de tanto insistir la niña, su padre le dijo: “No, porque
está muy sucia” además come basura y ella le contesto:
-¡Porfis papi!
-¡Porfis!
El papá, la miro y le dijo: “Esta bien”
pero “Tú te encargas de ella” y la niña se puso muy contenta, se fueron a casa
con su perrita salchicha.
Cuando llegaron; le dio comida, la
baño, le puso una ropita, le dio un paseo, le compro un lindo collar y
vivieron felices, la niña le puso a su perrita Vicky.
AUTOR: Luciana Castillo A.
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